Ayer, al terminar la oficina, bajé a Caguas. (sí, los de San Juan creemos que vivimos en el Olimpo, por eso, bajamos a otros lugares ?). Era el cumpleaños de mi papá: 88 años. Tiene el pelo negro con pequeñas canitas que amenazan en el área temporal con revelar que ya no es “joven”. Sin embargo, la batalla es dura, porque la mente de mi joven de 88 sepulta las canas y las expectativas por la edad.
A mi padre le arremeten momentos de morirse. Es entonces cuando se sumerge profundo en su sillón y anuncia que no puede moverse, que le duele todo, peor el cachete, dientes, cara, temporal, del lado derecho y las piernas. Entonces dice que le queda poco, y comienza a dar directrices de los archivos que ha mantenido y hacia los que yo debo buscar... cuando él parta hacia esa otra finca donde puede hacer otras charcas y sembrar muchos árboles y plátanos.
Hoy, le sacudimos sus intentos de muerte y gracias a sus vecinos lo llevamos al comedor.
El regalo fue nuestro. Escuchar las historias de mi padre cuando niño: el honor por el trabajo inculcado por Juan López, su padre; el apoyo de sus amigos cuando perdió la jornada; el relato de su madre amamantándolo durante un huracán...
Papá reclama que cuando ya no se proveé para otros hay que irse, yo le abogaba que existe un momento en la vida en que existimos para estar, para brindar secuencia de familia y pertenencia, para ser referencia de historias, para dejar ver caminos y principios, para hablar y dejar un mensaje.
Conversamos de tantos temas: del odio entre familias por colindancias y herencias; de las batallas por honor, machete en mano, ambos contrincantes amarrados por el dedo gordo del pie; de cómo Juan, al ver a su vecino subir sin haber vendido su fruto, le da el dinero que tiene y le dice que lo reciba, que él cuadrará más adelante con el tabaco porque tiene crédito; del miedo irracional a los temblores y huracanes, cuando nos podemos morir por un resbalón en el baño, por un choque, por un rayo...; de cómo uno mató a un homosexual porque se sintió amenazado... de sobre cómo la religión ha definido nuestra sexualidad y lo que debemos hacer; de cómo hay tribus poli amorosas; de cómo las religiones se han atribuído, dentro de sus conceptos, el derecho absoluto a la condenación y censura total al amor fuera de sus definiciones; de qué derecho tienen para ello...
Creo que ha sido una noche maravillosa para ambos: para papá y para mí.
Te amo papá.