Carmen Dolores Hernández reseña "Nadie descubrirá tus huellas" el 18 de agosto de 2019.
Artículo original sin edición:
El libro está escrito por cinco autores, pero su uniformidad está tan bien trabajada que no lo parece.
Hay novelas escritas al unísono por dos autores (“La odisea de Pancho Himmler y Paco Klington”, por Manuel Gris e Iván Albarracín); las hay escritas por tres y hasta por cuatro (“My Lady Jane”, por Cynthia Hand, Brodi Ashton y Jodi Meadows y “Tales from the Shadowhunter Academy “ por Cassandra Clare, Sarah Rees Brennan, Maureen Johnson y RobinWasserman). No suele haber muchas (no conozco ninguna) escrita por cinco autores. ¿Cómo se las arreglan para darle coherencia a la trama y continuidad en sus rasgos a los personajes? Y, sobre todo, ¿cómo logran uniformidad en el estilo? Los ejercicios de escritura con muchos autores parecerían emular aquel viejo juego de salón en que una persona empieza un cuento y las otras lo siguen, dándole cada una un sesgo particular, con lo cual el producto final resulta muy apartado de la propuesta inicial.
En este caso no es así. La trama -que gira principalmente en torno a la muerte violenta de una mujer, pero incluye también un plan macabro para exterminar el arrabal de La Perla con miras a convertirlo en un enclave de apartamentos de lujo y hoteles turísticos- guarda coherencia de principio a fin. Siendo una novela negra, la investigación sobre lo sucedido incide sobre diversas posibilidades, lo cual en este caso justifica las revelaciones paulatinas sobre la personalidad y las ejecutorias pasadas de los personajes, incluyendo las relaciones que han tenido entre sí. Los personajes, sin embargo, mantienen un perfil característico a lo largo de la narración. Curiosamente -o no tanto- son precisamente cinco los involucrados directamente en la trama: Glori, la vedette de espectáculos nocturnos que aparece muerta tras una noche de juerga; su vecina Mayté, empeñada en esconder sus antecedentes penales; Misiselis, una vieja chismosa y medio bruja; Renato, un colombiano indocumentado que hace todo tipo de trabajos manuales y Domenico, un magnate italiano de ribetes mafiosos involucrado en negocios sucios, tanto de bienes raíces como de tráfico sexual. Las tres mujeres son vecinas en un condominio de Miramar; los dos hombres entran y salen de sus vidas. Otro -Gerardo- se identifica con uno de los personajes principales y el investigador Olmes aparece y desaparece según indaga sobre las motivaciones del crimen y va atando los cabos sueltos de las historias que escucha.
¿Se habrá hecho cargo cada autor de un personaje? Cada uno narra su propia peripecia, convirtiéndose en protagonista temporero. Ocasionalmente se intercalan en la narración de un personaje pasajes que atañen a otro, frecuentemente a Misiselis, figura clave para el desarrollo de la acción. El que se pueda seguir la trama con relativa facilidad es un punto a favor de la novela, dada la complejidad de su factura.
La acción final sucede en diciembre del 1986, en el momento del fuego del hotel Dupont Plaza, pero hay referencias frecuentes a épocas anteriores. Las relaciones complicadas entre los cinco personajes se han ido perfilando desde mucho antes en ambientes sórdidos de bajos fondos propicios a todo tipo de perversiones sexuales y manejos turbios de negocios.
La novela va agarrando al lector, que quiere saber -como suele suceder con este tipo de trama- quién fue el culpable y por qué lo hizo. En ese sentido los vericuetos de la acción preparan al lector para lo que resulta ser una gran sorpresa final. El ejercicio de la escritura a diez manos alcanza su mayor eficacia en la unidad de estilo que transita de capítulo en capítulo y de personaje en personaje sin quiebras excesivas de continuidad. Si alguien ayudó a establecer tal uniformidad, lo cierto es que hizo un buen trabajo.