Tengo debilidad por las novelas que abordan algún tema histórico, aquellas que citan fechas o eventos. Soy de las que les gusta pasar trabajo. Me retan las fechas, los lugares citados, los autores a que se haga referencia. A veces pienso que busco entrelíneas cosas que el autor no intentó decir.
Callejones de Arbat, del autor cubano-sueco, Antonio Álvarez Gil (1947), es ese tipo de novela. Si usted quiere que lo sea. Pero igual puede ser simplemente una historia de amor. El despertar sensual de un hombre maduro ante la piel desconocida de una mujer más joven. Responder a esa tentación reconociendo que lacera el vínculo de su matrimonio y que aunque parezca irracional aún ama a su esposa, pero como bien dice el narrador la palabra razón no rima con amor. Una lucha de lo racional y lo sensual salpicando la historia con detalles de la perestroiska y el glásnost, de la caída del muro de Berlin, el movimiento de Solidaridad dirigido por Lech Walesa en Polonia, la relación Cuba y URSS, incluyendo la deserción, entre otros temas de política general.
Como si el paralelismo entre la lucha emocional y las luchas políticas no fuera suficiente, el autor nos presenta a la Rusia post zares, a los niños españoles enviados a Rusia para salvarlos durante guerra civil y al reino de Stalin. Es aquí cuando nos introduce a los grandes escritores rusos: Boris Pasternak, Marina Tsvetáyeva, Vladimir Nabokov, Nikolai Gumiliov, Anna Ajmatova, Joseph Brodsky, Mijaíl Bulgákov... Son estas vidas las que sirven para presentar el horror de una Rusia bajo Stalin, la censura, la persecución, la cárcel y, en varias ocasiones, los suicidios.
Es con la obra maestra de Bulgákov, El Maestro y Margarita, que nuestro autor entrelaza su historia romántica a tal punto que, en el mismo escenario de la novela, el sótano en los callejones de Arbat, el protagonista y su amada Dolores fueron “el Maestro y Margarita amándose allí en el sótano donde la infortunada pareja había soñado ser feliz en aquel mundo repleto de miserables y canallas… Ese juego de intertextualización nos reta a la lectura de la obra de Bulgákov.
Callejones de Arbat es una obra excelente, e inolvidable, que nos reta a conocer la historia, la nuestra y la de los demás países, para no caer en los versos de Tsvetáyeva:
...
Y seguirá la vida con su día a día,
Con su desmemoria,
Y todo seguirá, como si nunca
Hubiera yo existido