Pocos escritores tienen la fluidez de palabras de Yolanda Arroyo Pizarro. Y en Violeta, una vez más, se corona como una de las reinas de la narrativa puertorriqueña.
Esta novela corta, narrada en intercambio entre primera y segunda persona, nos cuenta una relación lésbica que pasa de la adolescencia hasta la madurez. Yolanda se luce con un lenguaje erótico, sutil y elegante que en nada podría ofender al lector heterosexual.
La historia comienza con una cita entre Violeta y Iolante para discutir sobre Vita, la amante en común. Yolanda juega con las raíces de los nombres de forma que nos deja ver que Violeta y Iolante derivan de la misma raíz.
Esta narración presenta la sicología de los efectos del maltrato en la niñez, del abuso sexual y sus secuelas que lleva a algunos seres al deterioro mental y a la imposibilidad de establecer relaciones permanentes a pesar de los sentimientos entre la pareja. Sin embargo, Yolanda te lo presenta para que lo infieras, y hasta para que te cuestiones en un momento el desdoblamiento de personalidad.
El paralelismo con los cometas es uno de los detalles más interesantes de esta novela. La autora lo carga hasta el final y nos adelanta el derrumbe emocional cuando escribe: “Los cometas en cada pasada de curso pierden materia”.
Otro aspecto que me parece muy bien logrado es la presentación de la política puertorriqueña. Entre línea y línea la escritora le presenta al mundo la lucha por la liberación de Oscar López Rivera y lo hace sin ser panfletista, sin editoriales independentistas, casual.